lunes, 23 de septiembre de 2013

Acercándome a Santiago

Acercándome a Santiago

Desde Pica
Mi amigo Yoni, vivía en una casa muy grande, desde la que se podía mirar las estrellas a través del techo. Con un piso tan suave, que caminábamos por ella descalzos .

La casa de mi amigo Yoni era tan rara y flexible, que se podía doblar, cortar,
crecer o disminuir en cualquier momento.

La casa de mi amigo Yoni.Tenía muros de cartón y cielo de plástico transparente
Y por piso tenía las arenas del desierto de Atacama.

Y en ella cabía el enorme corazón de sus padres, que casi nunca estaban, pues comerciaban para vivir. Día y noche.

Recuerdo el sabor del helado de guayaba, que sorbíamos distraídos, mientras Yoni me mostraba su casa.

Y recuerdo haberle dicho: ¡Qué grande es tu casa!
Y recuerdo su cara sonriente y que me respondió: ¡Y eso que aun no han hecho mi pieza!

Recuerdo su abrazo, el día que nos tomaron la foto, vestidos de piratas en la comparsa que recorría las calles de Pica, recuerdo al niño que era yo, recitando arriba de una silla, una estúpida poesía nacionalista, a un público de rostros aymaras que me miraba sin escuchar.

Recuerdo a la banda de a litro, interpretando la marcha fúnebre mientras, caminábamos a despedir los restos del hijo de la profesora Amelia, que ofició otro de sus hijos, que era un cura joven y barbón.

Y recuerdo cómo, a los pocos minutos de terminar el acto, y a las pocas cuadras, esos mismos bronces convirtieron en carnaval a la Muerte y que mi corazón entristecido, volvió a reír y saltar con el mismo arte en distinto tono.

Recuerdo haberme creído enamorado a los 8 años, de una rubiecita a la que no me atreví a palabrear, luego de que mi hermano, el menor, la fue a buscar, y que al día siguiente de mi intento, apareció de la mano de un compañerito, la muy suelta.

Recuerdo haber visto el pájaro loco en celuloide, para terminar viendo asustado “Los Pájaros”, en una sesión de cine en la escuela, hecha por el padre de una compañera de apellido Grimaldi.

Recuerdo saltar desde un columpio, tratando de asir unas hojas de eucaliptos.
Y haber comido naranjas de una plaza pública y del huerto de un cura.

Recuerdo haberme lavado las manos negras, -de insecticida, luego de sacar naranjas del huerto de la iglesia-, en el agua bendita.

Recuerdo a mi padre haciendo unas camas suecas y modelando para mí un cocodrilo de madera articulado, barnizado de verde y de un 7 que nunca debí obtener en Técnico Manual.

Recuerdo ver a un tipo diciéndole algo a un compañero, y ver cómo él se me acercaba y entre lágrimas que me nublaban la vista, sentir el golpe que me rompió la nariz.
Y recuerdo con terror como lo castigaron... y como yo...tiempo después, le dije algo a un niño que le re-rompió la nariz a otro pequeño.

Recuerdo como llorando volví a mi casa.
Y cómo días después, acompañé al niño herido a su casa.
Y cómo le pedía disculpas en silencio.
Una y otra vez, incluso ahora.

Recuerdo a mis hermanos que llegaban de Iquique los viernes y cómo los quería y extrañaba. Y lo raros y cambiados que se volvieron. Y cómo algo se nos perdió a todos cuando encontramos los restos de una momia de un niño en nuestras
caminatas familiares por el desierto a pies pelados.

Y esas raras esferas de colores que vimos a lo lejos...
O la luz que nos siguió durante el regreso a Santiago...

O las dos lunas que vio mi primo Pato. Lunas que se modificaron tanto que se convirtieron en un cilindro que brillaba, como brillan los cilindros que cuelgan al viento junto a unas banderitas tibetanas regaladas por una querida amiga,
ahora, hoy, en la casa que ayudé a construir a amigo Mauricio.

Recuerdo como fue ir acercándome a la capital.

2 comentarios:

Yakumo-chan dijo...

Que lindo esto, cosas que no conocía mezcladas con otras de las que he oído de muchas bocas. Sin lugar a dudas la experiencia que tuvieron todos ustedes en Pica fue muy bella y enriquecedora. Me gustaría alguna vez conocer ese pueblito del que todos ustedes (mi mamá y tíos) siempre hablan.
Hermoso, tío Alen <3

Unknown dijo...

Maestrísimo Alen,
Increíblemente potente cada recuerdo.
Emociona cuan simple se vive y como esa simplicidad marca nuestros caminos.
Un gran abrazo a distancia.
Leonardo